Desgraciadamente, el concepto de terror que se imprimía en las películas de de los ochenta y principios de los noventa ha ido desapareciendo cada vez más, hasta llegar al punto en el que lo más similar a aquellas majestuosas grabaciones son los cuestionables remakes que se han ido estrenando estos últimos años. El boom que alcanzaron obras como Pesadilla en Elm Street, Evil Dead o La Masacre de Texas llegó a traspasar las grandes pantallas para colarse en las inmaculadas consolas domésticas de la época. De dudosa calidad la mayoría, lo cierto es que hacían las delicias de aquellos que crecimos degustando interminables sagas protagonizadas por dementes psicópatas y bichejos de variado pelaje.
La ocho bits de Nintendo también recibiría su dosis de terror de la mano de uno de los más memorables representantes del género en los 80, Fredy Krueger. Se trataba de una mezcla entre plataformas y beat´m up donde nuestros enemigos eran bichejos la mar de feos y los escenarios trataban de ambientar distintas localizaciones de la serie. Ciertamente se trataba de un título bastante curioso, que aunque no transmitía precisamente miedo era bastante entretenido y vistoso, abordando un género saturadísimo en la consola de una manera distinta y con una ambientación diferente. A destacar el modo multijugador que soportaba hasta a cuatro participantes simultáneos que unían sus fuerzas para escapar de la pesadilla.
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